El covid ha sido la singladura más dura y más larga que hemos vivido

El nombre de Vicente Pablo Ortells ha quedado grabado en la historia de San Rafael. El covid le ha llevado a convertirse en la persona que más tiempo se ha llevado ingresado en la clínica de Pascual de Cádiz por culpa del coronavirus.

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Vicente es gallego y militar, capitán de navío retirado, aunque reside en San Fernando. Su esposa Lucía habla como lo que es: la mujer de un marino. Por eso afirma que para su marido es aún pronto para hacer balance de todo lo que ha vivido durante los cuatro meses y un día que se ha llevado ingresado en el hospital de la calle Diego Arias. “Ha sido, sin duda, la singladura más dura y más larga que hemos vivido”. Ella habla también en nombre de sus tres hijos (Vicente, Lucía y Rocío) y de sus tres nietos (Cristina, Guillermo y Óliver) y afirma que nunca llegaron a temer por la vida de Vicente. “Hemos pasado momentos críticos pero siempre hemos confiado en que mi marido era y es una persona fuerte y que salía de ésta, como así ha sido”.

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Y así fue. Este jueves, sobre la una y media del mediodía, después de su último almuerzo en San Rafaelabandonada la clínica entre aplausos y vítores procedentes de buena parte del personal sanitario que, de manera espontánea, decidió agolparse a las puertas del hospital para darle el adiós definitivo a Vicente Pablo Ortells, que, a sus 66 años, ha dado muestras de una gran fortaleza que le ha hecho vencer al virus.

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Y antes de esta calurosa despedida, su esposa Lucía quería transmitir a través de Diario de Cádiz su agradecimiento a todo el personal del hospital así como a su director, José Manuel Pascual, “que ha mostrado siempre su preocupación por mi marido y, de vez en cuando se dejaba ver por la habitación para interesarse por su estado”. Pero estas palabras desean hacerlas extensivas tanto a médicos, como enfermeras, auxiliares, celadores personal de mantenimiento. “Han demostrado una calidad humana inmensa”.

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Sobre los médicos, afirma Lucía que ellos han luchado a la par que su marido. “Nunca tiraron la toalla y siempre han mostrado su plena confianza en que Vicente podría con la enfermedad”.

Este militar retirado es director de Cáritas en Cádiz, algo que se ha convertido en su actual campo de batalla. El nombramiento le llegó casi a la vez que entraba en nuestras vidas el coronavirus. “Han sido muchas horas de sueño las que le ha robado esta enfermedad al poder comprobar en primera persona las penalidades que ha traído consigo la pandemia. Gente que pensó que nunca iba a necesitar pedir, se ha visto forzada ahora a ponerse en cola para que se le diera algo de comer para ellos y para sus familiares”.

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Pero Vicente está ya ansioso por retomar esa batalla, pero antes toca recuperarse. Este jueves tenía que abandonar el hospital aún en silla de ruedas. “Esta enfermedad es muy cruel y le hizo perder más de 20 kilos y toda la masa muscular”, decía Lucía.

Sobre el origen del contagio, siguen sin saber nada. Y tanto es así que Vicente fue la única persona de la familia que resultó contagiada. También es cierto que es una persona de riesgo ya que, según cuenta Lucía, tuvo que someterse a una operación a corazón abierto en octubre del año pasado.

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Vicente y Lucía no piensan tirar aún para La Isla. «Un amigo, Luis Coveñas Arenas, es como un hermano tanto para mi marido como para mí. Él tiene un piso aquí en la playa y nos lo ha dejado para que Vicente respire el aire puro del mar, uno de los mejores medicamentos que puede recibir ahora», comenta Lucía.

Vicente se fue entre aplausos y ahora le toca retomar su vida y su batalla personal y profesional al frente de Cáritas, un lugar en el que sabe que tiene aún mucho que ofrecer.

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Fuente Diario de Cádiz